Los compases iniciales de esta campaña electoral nos dejan ya las primeras anécdotas que tienen como denominador común el cariño y la cercanía que demuestran quienes asisten a los mítines o se encuentran por las calles de su pueblo al candidato al Congreso por la provincia, Rafael Catalá.
En el primer acto programado para la jornada de ayer, la marcha al Santuario de Consolación en Villalpardo, el también ministro de Justicia aprovechaba el soleado tiempo y el marco incomparable de este paraje de la Manchuela Conquense para dirigir unas palabras a todos aquellos que le acompañaron en el recorrido de la ruta. En taburete y acompañado por la coordinadora de la campaña, Pilar Martínez, Rafael Catalá agradeció la invitación a compartir esta experiencia y destacó la belleza del entorno que le rodeaba.
Sorprendía gratamente al candidato el taller y las explicaciones del luthier Vicente Carrillo sobre la laboriosidad y la clientela con la que cuenta su taller de elaboración de guitarras. Allí pudo conocer, por ejemplo, que el cantante Pablo Alborán debe gran parte de su arte a las guitarras que salen de Casasimarro y que el cocinero Arzak también tiene muy presente entre sus creaciones a Carrillo y sus guitarras, dedicándoles un plato en el Madrid Fusión, la cumbre gastronómica internacional que acoge la capital de España.
Pero si uno de las actividades de la jornada resultaba realmente espontánea fue la llegada de Rafael Catalá al Hogar del Jubilado de Paracuellos de la Vega. Antes de afrontar la recta final de los mítines, quedaban Enguídanos y Campillo, el candidato quiso tomar un café en esta localidad. La tranquilidad con la que transcurrían las partidas de cartas de los mayores del lugar quedó turbada por su entraba en el local. Siempre discreto, intentó llevar a cabo su propósito hasta que una señora lo descubrió, “¿Es usted el ministro, verdad?”. A partir de ese momento, fotos, muestras de cariño y alguna que otra petición.
La jornada del sábado terminaba en Campillo. Allí, al finalizar el mitin, los campillanos no quisieron que el ministro se fuera del pueblo sin un obsequio muy especial, el de unas lentejas, al que añadieron unos garbanzos. Quisieron así agradecerle a Catalá que se acordara de sus excelentes legumbres y las promocionara incorporarándolas a la respuesta a una pregunta sobre sus conocimientos de la geografía de la provincia de Cuenca. Antes de Campillo, en Enguídanos, Rafael Catalá recibía un cuadro que representaba el edificio de la estación de tren de la localidad.
En definitiva, buen humor, cariño y sobre todo fotos, decenas de fotos las que le piden los ciudadanos al candidato y ministro, que alargan, sin remedio, su entrada y salida a los mítines y, consecuentemente, su estancia en los pueblos de la provincia de Cuenca.