Partiendo de la base de que todo incendio, sea donde sea, es una grave catástrofe para el medio ambiente por las secuelas originadas, no podemos dejar de pasar por alto que, en la mayoría de los casos, una buena gestión de los mismos puede mejorar la situación en cuanto a intensidad se refiere, a la contra, una mala gestión y falta de actuación a tiempo, puede desencadenar lo que está sucediendo en la provincia de Albacete, todo ello sumando, y ya por descontado, la climatología.
Por casualidad, o tal vez casualmente, en Castilla-La Mancha hemos sufrido a bote pronto tres grandes incendios con pérdida de vidas incluidas y de muchas miles de hectáreas de nuestro maravilloso patrimonio forestal. Dichos incendios como decía anteriormente han surgido en épocas de Gobiernos socialistas en la región, incendio de Guadalajara en el año 2005, incendio de Poyatos (Cuenca) en el año 2009 y el incendio de Albacete en el 2017. Es indudable que “algo tiene el agua cuando la bendicen” en los cuatros años del Gobierno de Cospedal (a pesar de los recortes que desde el socialismo regional se les llenan la boca en decir y que ahora ocultan) no pasó absolutamente nada grave, será casualidad, pero yo me atrevería a afirmar que algo tiene que ver la buena gestión y optimización de los recursos públicos.
El Geacam, empresa pública encargada de las tareas de prevención y extinción de los incendios forestales a través del INFOCAM, inflada de dinero público procedente de las ayudas de desarrollo rural que deberían invertirse en los municipios y que parece que, por el momento, no tienen intención, lo están empleando los socialistas para realizar las funciones de agencia de contratación de cargos y carguillos, por supuesto socialistas, que al perder las elecciones se han visto abocados a la calle. Esta práctica, en vez de optimizar recursos y contratar más profesionales e invertir en formación de los que ya tienen.
Desde luego lo que habría que hacer es volver a un modelo de gestión mucho más eficiente, eficaz y económico, suprimiendo toda la estructura jerárquica existente, en el ‘búnker de hormigón’, mejorando las condiciones de los trabajadores forestales y haciendo más hincapié en que éstos vuelvan a nuestros pueblos como las antiguas cooperativas, pudiendo realizar tareas preventivas en época de invierno y tareas de extinción en verano.
Toda esta reflexión, breve y concisa pero muy concreta, y sin ánimo de querer hacer leña del árbol caído, no persigue otra finalidad que solucionar y reconducir una política, como la de incendios, en la que el Gobierno de Page está demostrando también una nulidad extrema, con unas consecuencias catastróficas para el extenso y rico patrimonio forestal de Castilla-La Mancha. Eso sí, cuando llegue el momento, para la Junta socialista de dar explicaciones echarán, como siempre, balones fuera y para las responsabilidades ya buscarán su ‘cabeza de turco’ que Page y su gobierno capacidad de autocrítica, cero de cero.