Un ejemplar de olmo común ha vuelto a plantarse en la Plaza de la Constitución de la localidad conquense de Villar de Domingo García después de unos treinta años puesto que el anterior murió por la enfermedad de la grafiosis. El alcalde, Francisco Javier Parrilla, explicó que hace unos días “con la presencia de los niños del pueblo y representación de los mayores, se colocó en este lugar definitivamente”. Un acto muy emotivo ya que todos los presentes colocaron “sus nombres en un papel, dibujos o poesías, en un recipiente de barro y luego fue enterrado junto a las raíces del árbol, pero luego más tarde se colocará una placa”.
El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente donó en 2017 tres olmos resistentes a la grafiosis para que fuesen plantados en el municipio, concretamente de la variedad autóctona “ulmus minor”, que es la misma a la que pertenecían los que desaparecieron en los últimos años por culpa de dicha enfermedad. Dos de ellos “se pusieron en la Plaza Noheda y en la Plaza de la Machacaera mientras el que se ha plantado ahora se mantuvo en sucesivos maceteros en los jardines de la vivienda de mayores municipal”.
Hace unos días volvió este ejemplar a la Plaza de la Constitución para siempre “porque antes no pudimos plantarlo puesto que se han hecho obras de acondicionamiento y debía estar todo en las mejores condiciones posibles”. Parrilla se muestra muy ilusionado porque “el olmo es un símbolo de la vida y no puede estar en un punto mejor porque ese espacio es un lugar de encuentro de todos los vecinos”. La grafiosis es una enfermedad que está provocada por un hongo que, en décadas pasadas, se transmitió por toda Europa, incluida España, y acabando casi con la totalidad de los olmos del continente.
Los ejemplares que se recibieron en su día en la localidad conquense fueron cultivados en los viveros del Centro Nacional de Recursos Genéticos Forestales de Puerta de Hierro en Madrid, y forman parte del Programa Nacional de Conservación y Mejora de los Recursos Genéticos de los Olmos Ibéricos, que inició en 1986 el Ministerio, en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, como respuesta a la mortalidad generalizada de las olmedas españolas. Tras más 30 años de actividad continuada, este programa español se sitúa como pionero en la conservación y mejora de los olmos a nivel internacional. Los resultados obtenidos han permitido sentar las bases necesarias de conocimiento para el éxito de un programa de conservación y mejora genética. Se trata de la primera vez en Europa que se obtienen ejemplares autóctonos de esta especie resistentes a la grafiosis.