Ávila, el candidato socialista a la alcaldía de Cuenca, en sus tiempos libres, presidente de la Diputación, y en sus largos silencios, concejal conquense, declaró hace un tiempo en un acto en la UIMP que, como candidato, pretendía impulsar la participación ciudadana. La afirmación no tiene ninguna importancia, viniendo de quien viene, pero sí que utilizara un acto al que acudía como presidente de la Diputación para hacer campaña política. Y es significativo que lo hiciera en la sesión de un curso en el que se hablaba de gobernanza política.
Su anuncio de impulso a la participación no es creíble, tanto por su trayectoria como concejal, en la que va a pasar totalmente inadvertido, como por su paso por Diputación, donde ha sido condenado por intentar cercenar, a la manera castrista, la participación política de la oposición, promoviendo la eliminación de algunos de sus colaboradores. El fomento de la participación, en su boca, no deja de ser una ocurrencia más en esa verborrea estéril que caracteriza al socialista Ávila.
Sabemos que los socialistas tienen un concepto patrimonialista de las instituciones, por lo que no nos extrañan los usos y costumbres del candidato del puño y la rosa en Cuenca. Para él la presidencia de la Diputación Provincial no es sino un instrumento en su intento de asalto a la alcaldía de Cuenca.
Hemos comprobado el manejo de los socialistas Barreda y Ávila en el asunto del hospital, maniobrando a espaldas del alcalde de la ciudad, con el único objetivo de intentar vender entre los votantes de Cuenca la idea de que Pulido no hace nada. Lo hemos vuelto a comprobar en el tema de los terrenos de RENFE, donde gracias al apoyo de los ciudadanos, el alcalde de Cuenca logró que el Ministerio de Fomento, por lo menos, escuchara el proyecto del Ayuntamiento. Barreda y Ávila, dejando de lado al alcalde de la ciudad, elegido por la mayoría de los ciudadanos, han intentado - y siguen haciéndolo -, colar un proyecto para los terrenos de RENFE basado en el ladrillo.
Ha utilizado también el proyecto de rehabilitación del estadio municipal de La Fuensanta, en el que la Diputación no aporta euro alguno, para poner zancadillas a la tarea de nuestro alcalde. Primero, no permitiendo que fuera el propio Ayuntamiento el que gestionara la contratación, y después, inventando problemas en la documentación presentada por el Consistorio. Al final se ha hecho la foto en la firma del contrato, que era su único interés.
Y hace algo más de un mes nos encontramos con la noticia de que el presidente de la Diputación, el socialista Ávila, va a encargar un estudio de impacto sobre la llegada del AVE. Pues bien, el objetivo de ese encargo no es conocer algún aspecto del impacto de esta infraestructura, sino poder hablar ante varios micrófonos e intentar vender a los ciudadanos el “mantra” de que el Ayuntamiento no ha hecho nada. Tal vez, el concejal socialista silente podría haber hecho esta propuesta en algún pleno, de tal manera que se pudiera haber debatido. Sin embargo, dado que estos estudios suele encargarlos la administración regional o quien construye la infraestructura, Ávila obvió el posible debate y pudo declamar ante una nube “microfonal”, que es lo que a él le va.
Y para rematar, hace unos pocos días hemos sabido que va a dilapidar cuatrocientos mil euros - repito, 400.000 euros - en pagar viajecitos en AVE a asociaciones de Cuenca.
Ávila, a pesar de querer darse una pátina de modernidad con el uso de las redes sociales, está lejos de ser un político 2.0 porque se ha quedado en la compra de votos del caciquismo de antaño.
Pedro J. García Hidalgo.
Coordinador de Organización del PP de Cuenca.