Hace unos días, el candidato del Partido Socialista Obrero Español a la alcaldía del Ayuntamiento de Cuenca, D. Juan Ávila Francés, declaró en su comparecencia semanal sin corbata y con coderas – éste debe ser el kit de campaña- que la lista que presentará en los próximos comicios municipales estará en concordancia con lo que él autodenominó “un candidato nuevo”.
Claro, la cosa tiene su truco. Ávila pretende diferenciarse de Fran Pulido apareciendo como “el nuevo”. Pero el intento es tan burdo y tan poco cuidado que se cae por su propio peso.
Ávila no ha conocido otra cosa que la política como profesión. Empezó siendo asesor eventual en la institución del Defensor del Pueblo de España. Tras su paso por tan noble instancia, recaló en nuestras tierras como delegado de Bienestar Social, tras lo que fue delegado de la Junta en Cuenca y concejal y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cuenca. Ahora es presidente de la Diputación de Cuenca y, al parecer, concejal del Ayuntamiento de la capital de la provincia.
Tenemos, pues, un candidato socialista que lleva toda su vida profesional encaramado a un cargo y viajando en coche oficial, y que quiere presentarse como un mirlo blanco tal que la nieve. Tal vez quiere hacernos creer que es nuevo, porque el repaso a lo realizado por Ávila, en sus dieciocho años de profesional de la política, va desde lo nulo a lo lamentable.
Obviaremos su paso por la oficina del Defensor del Pueblo, de la que nada sabemos y nos centraremos en su ya larga historia como alto cargo en Cuenca.
De su paso, tanto por la Delegación de Bienestar Social como por la Delegación de la Junta en Cuenca, no se puede destacar nada, salvo que a él le debemos la actual ubicación de la Planta de Tratamiento de Residuos. Su partido pensó que estos cargos serían un buen escaparate en su preparación como candidato futuro.
Nadie recuerda que fue concejal de Cultura en el Ayuntamiento, aunque él se empeña en recordar que trajo a Cuenca el festival de cine Mujeres en Dirección. Ahora, desde la presidencia de la Diputación, remolonea para no aportar dinero alguno a este evento.
En lo que sí ha destacado el candidato socialista ha sido en su actual cargo como presidente de la Institución provincial. Ávila ha sido un destacado desleal con el Ayuntamiento de Cuenca, usando su cargo para obstaculizar la labor del gobierno del PP en el Ayuntamiento de Cuenca, recortar o privar de convenios y ayudas que antes sí recibía. Episodios tan lamentables como las oscuras reuniones para tramar la nueva ubicación del Hospital y lo de los terrenos de RENFE, son algunos de los ejemplos.
Ávila ha sido un presidente destacado por manirroto y escasamente democrático. Ha gastado el ahorro ficticio de la Diputación, pues todos sabemos que Zapatero le reclama 19 millones y medio de euros, y ha endeudado temerariamente a la Diputación gastando en cuestiones tan vergonzosas como los viajecitos de AVE. Ávila se ha enfrentado con sindicatos y trabajadores, que le han ganado el pulso en los tribunales. Ha intentado cercenar la labor de la oposición, quitando medios materiales y humanos o eliminando, por ejemplo, el consejo de administración del CONSORMA en el que está el Ayuntamiento de Cuenca.
Ávila también destaca por haber fracasado en su estrategia de intentar ganar en los juzgados, lo que sabe que no va a ganar en las urnas. Sentencia tras sentencia, su plan se ha ido tambaleando. La justicia le ha ido diciendo una y otra vez que el Ayuntamiento ha actuado conforme a la Ley.
Quien ha trabajado contra Cuenca, quien ha hecho de la deslealtad bandera, quien ha sido el concejal más silente y negativo que los arcos de la Plaza Mayor hayan conocido, y quien ha sido un fiel y sumiso peón del socialismo de Zapatero y Barreda, no puede pretender ahora dirigir el gobierno de nuestra ciudad.
Pedro J. García Hidalgo.
Coordinador de Organización del PP de Cuenca.