Es posible que los métodos del rey Herodes fueran ligeramente más expeditivos pero, desde luego, nuestro alcalde, Segundo Escobar, está demostrando ser, por desidia sobre todo, un alumno aventajado del infanticida de la Biblia: en pocos días dos pequeños de la localidad han sufrido sendos accidentes por la misma razón, la mala señalización de las obras públicas en el municipio.
El primer accidente se produjo en las eternas obras de la nueva Casa Tutelada y al pequeño que lo sufrió le tuvieron que dar varios puntos de sutura. El segundo accidente se produjo pocos días después en las obras de pavimentación del frontón con el resultado de una clavícula rota. Ambos accidentes se podrían haber evitado con unas mínimas medidas de precaución: señalizando las zonas de obras y vallando sus accesos. Algo de sentido común y que, sin embargo, no parece ser importante para nuestro regidor, ajeno al peligro que entrañan estas obras y más en esta época del año en la que, como es natural, los más pequeños aprovechan para disfrutar al máximo y explorar cualquier rincón que les permita jugar y divertirse.
Los ciudadanos de Buenache de Alarcón nos merecemos que nuestro alcalde sea consciente de estos 'detalles' en los que puede estar en juego una vida humana. De momento los accidentes han sido relativamente leves pero esta falta de vigilancia puede terminar por acarrearnos un disgusto serio en el que lo de menos sería el coste económico que podría suponer para el Ayuntamiento tanta desidia y abandono. Como padre, sí, y como responsable político elegido por mis vecinos para representarles, exijo que se adopten las medidas correctoras oportunas para que estas obras dejen de ser un peligro público.
José María Rosario
Concejal de Buenache de Alarcón.