Querido Juan:
Dado que en el último pleno me impediste tomar la palabra por alusiones en uno de los puntos de la sesión, me permito escribirte aquí lo que te hubiera dicho allí, aunque de haberlo hecho en aquel momento, claro, la intervención hubiera sido mucho más improvisada.
En el último pleno hiciste una afirmación en la dabas a entender que liberalismo y moralidad estaban separados por una zanja insalvable y que por tanto, un liberal no podría usar la moralidad como argumento en sus debates. Venía esto a cuento de que en uno de los puntos del pleno, en el que se pagaban una deuda a una empresa, GEIDUR, adjudicándoles unos terrenos para la construcción de viviendas con algún tipo de protección, nosotros afirmábamos que esa operación era legal, pero no nos parecía, ni nos parece, moral.
Si yo fuera un seguidor de Maquiavelo, mantendría en mi pensamiento un enfrentamiento total entre política y moral; si fuese un "hobbesiano" tendría claro que la política es fundadora de la moral y que sin política no hay moral; y si Hegel marcara mi línea de pensamiento, convendríamos en que la moral está subsumida en la política. Pero no es así, porque como tú mismo señalaste en el pleno, soy un liberal.
Esa separación entre liberalismo y moral es uno de los seis mitos que remarca en un artículo, el economista Murray Rothbard.
Los liberales no solo somos morales, sino que entendemos que la ética humana ha de aplicarse no sólo a las personas, sino también a los gobiernos. Por eso tenemos claro que aquello que es malo, lo es aunque lo haga un gobierno legítimo. Si todos coincidimos en que robar y asesinar es algo malo, lo será también si quien lo hace es un gobierno amparado incluso en leyes aprobadas.
Además, querido alcalde, el modelo liberal político de justicia de Rawls propone lo que los teóricos llaman "consenso por solapamiento", cuya primera característica es que sea un "consenso moral". Este no es un consenso basado en la negociación política, sino un consenso que tiene como base el interés subjetivo de la persona que no sea vulnerable a los cambios de distribución de poder que puedan darse en el tiempo. Este consenso que se propone desde el modelo liberal no debe negar las doctrinas comprehensivas, sino que debe potenciar su libre proliferación y satisfacción. Este consenso por solapamiento, que te repito, querido Juan, es moral, no es una utopía y debe garantizar la satisfacción de los principales elementos del liberalismo clásico: garantía de la libertad e igualdad de oportunidades.
En fin, querido Juan, que quería decirte que para los liberales no están separadas la política y la moral, sino que, para nosotros, la moral llega, desde luego, a la acción del gobierno. Y que sepas que yo nunca hubiera impedido que tú tomaras la palabra por alusiones. Eso, no es liberal.
Un abrazo.
Pedro J. García Hidalgo.
Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Cuenca.