Como responsable político y gestor de fondos públicos, no deja de asombrarme la ligereza con la que los sucesivos gobiernos socialistas que ha tenido durante 28 años Castilla-La Mancha han administrado el dinero que, no olvidemos, ponen los ciudadanos a disposición de las administraciones para que lo redistribuyamos en beneficio de todos.
Me temo que nunca fueron realmente conscientes de que los fondos públicos surgen de detraer a los ciudadanos y empresas parte de sus ingresos, para destinarlos solidariamente a actuaciones en favor del conjunto de la sociedad. Por ello, las administraciones debemos gestionarlos con la mayor eficiencia, porque cada euro que se gasta innecesariamente es un euro del que hemos privado innecesariamente a aquellos a los que tanto les cuesta ganarlo.
Este es un argumento que tenemos muy presente todos aquellos que trabajamos en el Partido Popular de Castilla-La Mancha, porque hemos visto durante muchos años con perplejidad cómo se despreciaba a los ciudadanos, al despilfarrar su dinero sin la menor de las contemplaciones. Se ha gastado sin ningún criterio de eficiencia lo que previamente aportaba un autónomo, empresa o trabajador a través de los impuestos, dejando además una gigantesca deuda que todos tendremos que pagar en los próximos años.
Esta es la pauta que, al igual que en tantos organismos dirigidos por el Partido Socialista, se ha seguido desgraciadamente en la empresa pública GEACAM, que arrastra una deuda de más de 93 millones de euros al acometer numerosas obras y actuaciones y dejarlas sin pagar o, lo que es más grave, despilfarrarlos en una sede suntuosa, multitud de vehículos innecesarios, alquileres de locales por encima del precio de mercado y otras muchas tropelías.
¿Cómo es posible que se ponga al borde del abismo a una empresa responsable de servicios tan importantes para la sociedad como la extinción de incendios, y se haya hecho con total irresponsabilidad? ¿Por qué se comprometieron créditos por valor de más de 15.000 millones de las antiguas pesetas?
Tras la inmensa y derrochadora fiesta del Partido Socialista, ahora queda una empresa sumida en una terrible situación financiera y obligada a hacer importantes ajustes. A pesar de ello, los sindicatos mayoritarios, atendiendo a criterios políticos y no laborales, han boicoteado tanto a la propia empresa como a los trabajadores, al impedir un principio de acuerdo que garantizaba el futuro y la viabilidad de GEACAM.
Está claro que han primado oscuros intereses particulares frente al bien de los propios trabajadores, lo que está llevando a esta empresa pública a un camino sin retorno. Aquellos que callaron cuando todo eran prebendas y derroche sin fin, ahora no quieren asumir sus responsabilidades y afrontar la situación con la altura de miras que requiere. Han sido y son cómplices de la ruina en la que se encuentra GEACAM.
Sé que la solución no es fácil para un problema provocado por una pésima gestión, pero estoy convencido de que el Gobierno regional encontrará, en este caso como en tantos otros, la alternativa más favorable tanto para la plantilla como para los ciudadanos que mantienen la empresa con sus impuestos. Y eso a pesar de PSOE, CCOO y UGT, a los que me atrevo a pedir que, si no quieren ayudar, al menos no pongan más piedras en el camino de las que ya han puesto, que han sido numerosas: el PSOE arruinando GEACAM y los sindicatos aplaudiendo en su día y socavando los intereses de sus compañeros ahora.
Carlos Cotillas, portavoz del PP en la Comisión de Agricultura del Senado.