Las comparaciones pueden ser odiosas pero siempre son reveladoras. Y digo esto porque el pasado sábado, en la Fiesta del Olivo en Valdeolivas, el director general de Agricultura de la Junta de Comunidades, Tirso Yuste, desvelaba que en octubre de 2011, cuando todavía el Gobierno de Mariano Rajoy era un desiderátum a falta de refrendo en las urnas, la Unión Europea informó de que España había sido el país que menos aportaciones, sugerencias y enmiendas había presentado a la reforma de la Política Agraria Común, la PAC. Es decir, que el país que puede ser la despensa de Europa, el que tiene mayor potencial agroalimentario tanto por su variedad como por su calidad, el que puede presumir de tener productos estrellas como la vid, el olivo, el cereal, los cítricos… Ese país, ante un tema tan crucial como es la reforma de la PAC de la que depende la renta de agricultores y ganaderos, se había llamado a andanas y aceptó todos los recortes que le pusieron por delante.
Sinceramente no me sorprende viniendo de un Gobierno, el de nuestro olvidable Zapatero, que se cargó el Ministerio de Agricultura y lo dejó en un mondo y lirondo Medio Ambiente.
Así cogió las cosas el Partido Popular: con un reparto de la PAC que presuponía la pérdida de un cincuenta por ciento de la renta de los agricultores y ganaderos de Castilla-La Mancha -una pérdida del 15 por ciento de media en el territorio español-; el desprecio (desaparición en la práctica) a los fondos de desarrollo rural; y con las trampas necesarias para que campos de golf, aeropuertos o industrias eléctricas pudiesen entrar en el reparto de estos fondos.
Llega el Partido Popular, donde no sólo llevamos nuestro campo en el corazón, sino que sabemos que es nuestro corazón, y con Miguel Arias Cañete a la cabeza, un negociador de roca a la hora de defender los intereses de los españoles, hemos logrado un acuerdo sobre el Marco Financiero para el horizonte 2014-2020 que contempla 47.000 millones de euros para el sector agroalimentario español. Donde los socialistas firmaban una rebaja, nosotros logramos un apoyo incluso superior al del último periodo. España dispondrá de 37.705 millones de euros para ayudas directas, 8.291 para desarrollo rural y más de 3.000 millones de euros para medidas de mercado. La renta de los agricultores y ganaderos está garantizada y se prima al verdadero productor, al que trabaja y consigue rendimiento de la tierra.
Se dice fácil pero hay que saber lograrlo. Hay que ir a las negociaciones cargado de razones, de argumentos y con una voluntad de hierro inasequible al desaliento para conseguir lo más parecido a lo que queremos y necesitamos.
Sólo así se entiende que mientras en los últimos gobiernos de Zapatero, la renta media de los agricultores haya caído un nueve por ciento, en apenas dos años de Gobierno del Partido Popular, ésta haya subido un 15 por ciento.
Y ahora ya, la pregunta es bien sencilla: ¿Es Valenciano la persona que mejor pude logar este objetivo? ¿Valdrá su victimismo y su feminismo sesentaiochero para defender los intereses de nuestros agricultores? ¿Sabe acaso lo que nos jugamos en el campo? ¿Valora convenientemente el peso específico que tiene en nuestra recuperación un sector primario en auge, con clara vocación exportadora y con gran capacidad para crecer si se le ayuda un poco?
Quizás no le he prestado la atención suficiente pero ni en precampaña ni en campaña le he oído hablar de este tema. Ni a ella ni a ningún otro líder político socialista. Sospecho que como ya demostraron estos medioambientalistas de villa y corte, no les importa lo más mínimo nuestro campo ni sus gentes. Es más, por sospechar, se puede sospechar que no saben ni lo que es una patata si no la ven ya frita y en bolsa.
Todo lo contrario que al Partido Popular como demuestra el hecho de que siempre elegimos a los mejores para pelear por nuestro sector primario. Fue Loyola de Palacio, ha sido Cañete primero como ministro y ahora como candidato, es Isabel García Tejerina, la nueva ministra de Agricultura, o es María Luisa Soriano, nuestra consejera. Y cuando se cuenta con los mejores, lo fácil es tener argumentos, ideas y propuestas para seguir luchando y apoyando a nuestros agricultores.
En el PSOE no sé. No lo sé en otros partidos que dicen que concurren a estas elecciones y que tampoco hablan de este tema. Pero en el PP tenemos esas propuestas, sensatas y razonables, con las que dibujar en Europa el proyecto que necesita nuestro campo y que nos conviene a nosotros.
Un proyecto en el que plantearemos que la Política Agrícola Común apueste por una agricultura sostenible, en la que la innovación de los productos y los procesos productivos, permitan lograr un mejor rendimiento económico de las explotaciones y de las industrias, siempre dentro del estándar de calidad y seguridad de la Unión Europea.
Sabemos que necesitamos también medidas que de manera coyuntural permitan asegurar la estabilidad de los precios agrarios y garantizar las rentas a los agricultores y ganaderos como paso necesario a convertir el campo en una opción de futuro real. Sabemos que hay que estimular el relevo generacional en las explotaciones agrarias. Sabemos que tenemos que seguir trabajando porque nuestros productos cumplan el estándar de seguridad alimentaria, medioambiental y de bienestar animal que suponen una plena garantía para los ciudadanos pero, por la misma razón, tenemos que luchar y lo vamos a hacer para que las importaciones procedentes de países terceros cumplan exactamente con los mismos requisitos que deben cumplir las de elaboración europeas.
Y con la misma tenacidad y el mismo compromiso, queremos dar la batalla para promover que la Unión Europea defienda nuestras producciones agroalimentarias frente a los obstáculos que ponen a nuestras exportaciones a través de barreras no arancelarias (fundamentalmente, sanitarias), tanto en la relaciones bilaterales como en los foros internacionales.
Y todo esto con un exquisito cuidado de nuestro medio ambiente, aprovechando también la fuerza de Europa para cuidarlo y potenciar su riqueza, como por ejemplo estamos haciendo aquí, en Cuenca, con la apuesta que tanto la Junta de Comunidades como la Diputación Provincial han hecho para destinar fondos de desarrollo rural a temas tan sensibles como la reforestación o la recuperación de caminos vecinales.
Vuelapluma son sólo algunos de los compromisos, muy pegados al terreno, a la realidad y a las necesidades de nuestro campo hoy, que el Partido Popular quiere asumir y para el que pide el respaldo de los ciudadanos.
Los hechos más que las palabras hablan por sí solos y están ahí. Ahora podemos ir a lo importante, o dedicarnos, como quieren algunos, a la política de juguete. Yo, personalmente, creo que con las cosas de comer, no se juega.