Desde el comienzo de la actual legislatura en Castilla-La Mancha, el programa educativo del binomio PSOE-Podemos se ha caracterizado por borrar todo rastro de las iniciativas del gobierno anterior, sin ofrecer nada educativo a cambio, posiblemente porque según decía nuestra felizmente defenestrada consejera “la educación es roja”, lo que supone que hay que eliminar cualquier iniciativa de la derecha porque el PP no tiene legitimidad, no ya para dirigir sino para hacer sugerencias sobre educación, incluso aunque su intervención sea para contribuir a la mejora del sistema educativo.
Así eliminaron el programa dirigido a la salud física y mejora de hábitos alimentarios de los alumnos “+Activa”; el programa “Mochila Digital”, que pretendía introducir el libro digital y el uso de la nuevas tecnologías en los centros; y hasta cambiaron la organización de la formación del profesorado, eliminando la plataforma informática existente por una nueva que, según opinión de muchos usuarios, funciona peor que la anterior (al margen de la lentitud del proceso burocrático de homologación de actividades). Y no eliminaron las aulas TEA que consideraban discriminatorias porque los padres usuarios estaban encantados con ellas.
Uno de los pilares de la educación defendida por la izquierda (y también por la derecha, aunque algunos no se lo crean) es la atención a la diversidad del alumnado como base de un sistema más justo y al alcance de todos, que permita que cada uno se integre en la sociedad y aporte al progreso de la misma según su capacidad, también aquellos que desean alcanzar un nivel excelente. Pero aquí sí hay diferencias, y grandes, entre el concepto de la izquierda y el de la derecha.
La primera es que a la izquierda sólo le preocupa la diversidad por abajo, mientras que a la derecha le preocupa tanto la diversidad por abajo como por arriba. Todos los programas educativos de atención a la diversidad de la izquierda se encaminan a la atención de los alumnos que por diversas circunstancias físicas, sociales, etc., no alcanzan un nivel adecuado de competencias educativas, lo que podría suponerles una futura exclusión social. Hasta aquí de acuerdo porque la derecha (aunque algunos no se lo crean) comparte también esa postura. Pero sólo la derecha se fija en esos alumnos que destacan por arriba y que piden más al sistema educativo porque a su vez son capaces de dar más tanto al sistema como a ellos mismos y a la sociedad en la que se integran. Una prueba simple de ello es que cuando se desarrolló la primera Ley Educativa socialista, la LOGSE, las disposiciones que regulaban la atención a la diversidad se referían todas a los alumnos que no alcanzaban los niveles mínimos. Tuvo que llegar el gobierno de Aznar para que el MEC legislara sobre alumnos con sobredotación. Y claro, la posterior LOE socialista tuvo que atender los dos casos para no quedar en evidencia.
La segunda es consecuencia de la primera: la izquierda pretende que los ciudadanos adquieran un nivel medio mediocre, que en la medida de lo posible los que van peor recuperen y se integren según sus posibilidades en ese nivel medio. Pero no tiene interés en que haya gente que quiere sobresalir por encima de ese nivel medio para mantener una sociedad uniforme y con escasa capacidad crítica (aunque sus leyes siempre hablan de desarrollar un espíritu crítico pero siempre en la misma dirección, y si no, basta con leer los currículos). Y si alguien quiere destacar que se apañe sólo y luche contra la corrección política de la igualdad. A la derecha le preocupa que todos alcancen el máximo grado de capacidad individual y especialmente los más dotados, porque sabe que el progreso de la sociedad depende de la gente con más capacidad y espíritu crítico.
Un programa que el Gobierno de María Dolores Cospedal dejó en marcha para la atención y la preparación de esos alumnos que por su interés y capacidad destacan sobre el resto y están llamados a contribuir de manera significativa, si se les encauza, al progreso de nuestra sociedad, fue el llamado BACHILLERATO DE EXCELENCIA que se impartía de forma experimental en algunos centros y con vocación de permanecer y extenderse. En él podían integrarse, siempre de forma voluntaria, alumnos con un expediente académico de 7 en adelante y cursaban los estudios con ampliaciones de conocimientos en las distintas materias, ampliación del horario y realización de actividades complementarias y un trabajo final.
El objetivo era que los alumnos que lo cursaran desarrollaran lo mejor de sí mismos, cumpliendo con el objetivo principal de la atención a la diversidad: que cada uno llegue hasta donde está dispuesto a llegar. Pues estamos a final de curso y una circular de la Dirección General de Programas, Atención a la Diversidad y FP., informa que este programa educativo se extinguirá a finales del curso próximo cuando finalicen 2º curso los actuales alumnos de 1º. Lo hace de manera vergonzante porque no justifica las razones por las que se extingue este programa (viene a decir que igual que se puso se elimina). Como no justificaron la supresión de los programas educativos antes mencionados.
Pero todos sabemos las razones: a la izquierda no le gusta la excelencia.