Quisiera hablar por primera vez, en mucho tiempo, en clave nacional. Han pasado tres meses desde que Pedro Sánchez llegara a Moncloa aupado, legítimamente pero moralmente cuestionable, por un cúmulo de partidos radicales e independentistas cuyo único aspecto que tienen en común es que se denominan ‘partidos’. Pero estamos en democracia y estas son las reglas de juego, por lo que yo no soy quien para ponerlas en tela de juicio, sino que tendrá que ser la ciudadanía la que lo haga en los próximos comicios, que esperemos no sean muy lejanos; por el bien de España.
Tres meses en los que lo único positivo que se podría destacar es la subida de las pensiones, sobre todo las de viudedad; medida que ha sido posible gracias a unos presupuestos elaborados por el Partido Popular, que por cierto recibieron el voto negativo del PSOE allá por el mes de mayo. ¡Ironías de la vida!
Como igual sucede con la equiparación de los salarios de la Guardia Civil y la Policía Nacional al de otros cuerpos de seguridad; una demanda histórica de este colectivo que fue impulsada, negociada y aprobada por el ministro Zoido (PP) y contemplada en esos mismos presupuestos que tanto criticaba el PSOE, pero que ahora se han convertido en su salvación.
Es riesgo queda el crecimiento de la economía de España, que según organismos competentes ya auguran una ralentización; o la disminución del paro, que con el Gobierno de Rajoy llegó a cotas anteriores a la crisis económica. Todo ello, fruto de una reforma laboral tan criticada por el PSOE, que además prometió que la eliminaría si algún día llegaba al Gobierno pero que de momento, quizá porque muy en el fondo saben que es una de las mejores medidas que ha tomado el PP, no ha sido plasmada ni siquiera en un mísero borrador o en una paupérrima palabra. No sería tan mala cuando ningún partido ahora se plantea reformarla.
No olvidemos tampoco otros logros de Rajoy, como la bajada de los impuestos, la rebaja del IVA a los cines o la tan laureada tarifa plana de autónomos. Medida que el PSOE de Sánchez, de Sahuquillo o de Guijarro quieren cargarse aunque ello afecte a 1,3 millones de autónomos. ¿Qué explicaciones darán los responsables socialistas a todos aquellos autónomos que han podido iniciar sus negocios gracias a las facilidades que les daba el Partido Popular con la tarifa plana?
Así pues, si hay algo positivo en este Gobierno, es lo que viene dado por la herencia que dejó el Partido Popular.
¿Y en qué se está centrando entonces el PSOE? La primera medida estrella es la de sacar a Franco del Valle de los Caídos y, para colmo, mediante un decreto aprobado con carácter de urgencia. ¿Dónde está la urgencia que justifique este decreto? Pero lo más grave no es eso. Lo más grave es que, para poder enfrentar a la sociedad con una guerra que terminó hace 80 años, tiene que aprobar un decreto ad hoc para no tener problemas con la exhumación del cuerpo. En conclusión, para poder desenterrar a una persona, ha tenido que reformar una Ley mediante un decreto con carácter de urgencia. ¡Muy democrático, sí señor!
Pero bueno, con sacar a Franco, el Gobierno de Sánchez ha logrado crear una buena cortina de humo y evitar que se hable de su pacto con los independentistas; de su ministro imputado; del acercamiento de presos etarras; de sus viajes en avión; o de los problemas migratorios que ha ocasionado después de una década de tranquilidad, entre otros muchos temas encubiertos.
Ahora prosigamos. La siguiente medida es subir los impuestos. Para ello, como el PP tiene mayoría en el Senado y, por ende, capacidad de veto en ciertas decisiones, Sánchez propone reformar la Ley de Estabilidad Presupuestaria para quitar el derecho de veto del PP en la Cámara Alta con la única y sorprendente argumentación esgrimida, por la portavoz socialista, que es en el Congreso donde reside la soberanía nacional. No, la soberanía nacional, tal y como refleja nuestra Carta Magna, reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado. Aquí incluimos el Senado. Por lo tanto ¿me están diciendo que pretenden ventilarse de un plumazo la mayoría absoluta de un partido en el Senado, otorgada por el poder soberano de los españoles y que se decidió en urnas, mediante sufragio universal, igual, libre, secreto y directo, porque a Sánchez no le conviene esa mayoría? Eso no me huele muy bien, y espero no se atrevan a llegar tan lejos. No se lo vamos a consentir.
Pero bien, sacando a Franco, subiendo impuestos y eliminando la potestad de una de las dos Cámaras que representan al pueblo español, ya hemos conseguido que la economía avance a niveles inimaginables.
Ahora vayamos a por la otra gran medida. Quitemos la Misa de La 2. Ahora ya los ancianos, cuyas creencias religiosas eran las del catolicismo, no van a poder ver la misa porque el PSOE tiene que ganar votos del sector ateo. Es decir, pegamos una patada a los sentimientos religiosos, mayoritarios por otro lado de millones de personas. Es aquí donde me pregunto ¿no sería más fácil que también se retransmitan otras ceremonias de culto mayoritario, como ya se hace con alguna, en vez de suprimir la católica? Es decir, ¿por qué en vez de intentar meterse con las creencias de unos no intentamos sumar las de otros?
¿Y qué opinaran los responsables socialistas de Cuenca sobre esta decisión? ¿Cómo la justificarán ante los cientos de conquenses de nuestros pueblos que llevan años viéndolas? ¿En serio es necesario llegar a esto?
Vale, ya con la misa de La 2 nos hemos situado por delante de Estados Unidos en crecimiento, por lo tanto con estas medidas ‘sanchistas’ ya hemos solucionado España. ¡Un poco de seriedad!
Pero llegados a este punto, me pregunto: Y ahora ¿qué? ¿Van a continuar tomando medidas con un profundo y marcado carácter ideológico, cuyo único resultado es el de enfrentar a la sociedad? O, por el contrario, ¿van a empezar a legislar mirando por todos y con el único objetivo de que España avance?
La guerra, por suerte, ya pasó y en la transición se logró que ambos bandos pudieran reconciliarse y, como resultado, España ha tenido la etapa de democracia más larga de su historia. Así que creo que debemos de continuar con ese espíritu y tenemos que dejar cicatrizar de una vez por todas las heridas. Dejemos de dar publicidad a enterramientos en fosas comunes, que no es lo mismo que dejar de buscar esas fosas, de ambos bandos, para darles el descanso que merecen, y comencemos a mirar hacia el futuro.
Estoy convencido de que tenemos un gran futuro por delante, hagamos que esta convicción se transforme en realidad. Ojalá lo podamos hacer pronto en las urnas.