Nos tiene Chana tan acostumbrados a meteduras de pata en sus intervenciones públicas que ya pocas veces, por reiteración, aflora la indignación. Sin embargo, esta semana el presidente de la Diputación lo ha vuelto a lograr. Después de que más de una treintena de pueblos de Cuenca perdiesen la conexión directa en autobús con Madrid, declaró que “si existieran quejas alzaríamos la voz para posibles soluciones”.
Durante estos últimos meses está demostrando una sumisión ejemplar a la supresión de servicios públicos en la provincia a la que representa. Al mismo tiempo, Chana es capaz de lanzar proclamas de lucha contra la despoblación que de justificar la pérdida del transporte público, tanto autobús como tren. Es de suponer que le cueste asumir los problemas cotidianos de los conquenses tras la reciente adquisición para uso presidencial de una flamante berlina de alta gama BMW 545e xDrive de cuatrocientos caballos. Quién se va a preocupar de un autobús de línea cuando te desplazas en un cómodo asiento calefactado y con masaje.
Recordemos que a principios de enero, aduciendo la excusa de Filomena, ya se suprimió la única línea de tren convencional que atraviesa la provincia. Pocas semanas después, Chana se hizo una foto redactando una misiva a ADIF para pedir explicaciones, debía estar indignado, o quiso vender en prensa que debía defender su tierra. Sin embargo, han pasado más de nueve meses y sigue sin recibir respuesta del administrador de infraestructuras. En los plenos provinciales, preguntado al respecto, se encoge de hombros. Intenta justificar que la línea “en realidad no va de Madrid a Valencia” y su falta de rentabilidad, pero la realidad es que ni siquiera defiende los intereses de Cuenca esquivando las movilizaciones públicas y poniéndose de perfil en la lucha contra la mutilación del transporte público. Claro, si no vas a las manifestaciones entonces “no existen quejas” y, por tanto, “no alzas la voz para posibles soluciones”.
Vaya por delante que el problema del transporte en una provincia extensa y despoblada como la nuestra no es trivial, si bien la peor postura es resignarse a la supresión neta de servicios porque “no es rentable”. Como si las administraciones públicas tuviesen que limitarse a la prestación de servicios con saldo positivo. Desde el Gobierno regional llevan meses hablando de un modelo de transporte sensible a la demanda vinculado a la ley contra la despoblación que debe existir solo en unos papeles con gusanillo de un despacho en Toledo. Hasta ahora el transporte a demanda ha ocasionado más perjuicios que beneficios a los viajeros por su rigidez, pero más allá de las modalidades lo lógico habría sido sincronizar los modelos de transporte en vez de dejar a los pueblos aislados. Porque hasta ahora solo recibimos noticias de suspensión de servicios.
Sin ir más lejos, en Huete han cerrado una estación ferroviaria que llevaba abierta ¡desde el siglo XIX! Y en mi pueblo, Villaescusa de Haro, durante los últimos tres años, casualmente desde que Pedro Sánchez llegó a Moncloa, han suprimido la comunicación directa en autobús con Madrid, Valencia y Albacete. Si a ello le sumamos el elevado precio del combustible y la constatación de que el Gobierno va a introducir peaje en autovías (y no se descarta que próximamente en carreteras), entonces hemos de reconocer con ironía el ímprobo esfuerzo contra la despoblación que lideran con hipocresía Pedro Sánchez, García-Page y Chana constatando que el plan consiste en evitar la huida.
Y es que, a día de hoy, el único transporte que demuestra músculo es el del tráfico de camiones que se acercan, precisamente desde esas grandes ciudades, al macrovertedero de Almonacid del Marquesado con frecuencia envidiable.