Lo presentíamos, lo temíamos, y, aunque preferíamos no creerlo, hoy lo hemos visto sustanciarse. Hoy, por decisión del gobierno de Zapatero, asumida personalmente por el portavoz del gobierno de los GAL, el señor Rubalcaba, el asesino De Juana ha sido trasladado a un Hospital del País Vasco, para pasar a una situación de prisión atenuada.
Hoy es un día triste, porque un terrorista criminal que no se ha arrepentido de sus crímenes, sino que los ha celebrado brindando con champán, ha torcido el brazo, no al gobierno, sino lo que es más importante, al estado, al estado de derecho en el que, se supone, vivimos. Hoy es un día triste, porque las víctimas han sido humilladas; hoy, muchas de ellas, llorarán amargamente, mientras esa rata desalmada, reirá por haberse salido con la suya.
El problema no es de tipo humanitario como quiere hacer ver la izquierda oficial-así la ha denominado un socialista indignado: Mikel Buesa-, sino de tipo político: De Juana, o sea ETA, ha chantajeado al gobierno, y éste, indignamente, ha cedido, poniendo a los pies del vil asesino, el estado de derecho.
Nos dirán que en otros casos se ha procedido a trasladar presos por razones de salvaguarda de la salud, y es verdad; pero nunca se ha tomado tal decisión, tras el chantaje de un sucio terrorista. Ni siquiera cuando la vida que estaba en juego era la de un ciudadano honrado, como era Miguel Ángel Blanco, el gobierno, entonces presidido por Aznar, cedió al chantaje. Sin embargo, ahora se ha doblado la cerviz ante una vil alimaña.
Espero que los ciudadanos lo tengan bien en cuenta, cuando lleguen las próximas elecciones municipales y autonómicas. Ya sabemos lo que significa votar socialista. Ya sabemos lo que significa votar Cenzano.